Impulso sexual
influenciado por las hormonas sexuales y que generan respuestas del sistema
nervioso simpático y parasimpático.
Es una carga de
energía vital ligada al sexo que no solo constituye la base del instinto sexual
y condiciona el origen y la satisfacción del mismo, sino que se manifiesta en
las formas más nobles y sublimizadas del amor, que nada tienen que ver con la
conjunción carnal.
Deseo sexual,
considerado por algunos autores como impulso y raíz de las más varias
manifestaciones de la actividad psíquica.
En medicina se aplica
para designar específicamente el deseo sexual. La mayoría de los médicos y
psiquiatras consideran que un nivel de libido inferior a lo «normal» representa
una patología, y recomiendan que se tomen medidas.
El criterio que más
comúnmente se aplica es el de atribuir la disminución de la libido al algún
trastorno emocional, considerándola con frecuencia un síntoma de cuadros o
trastornos afectivos de corte depresivo.
Libido es también un
concepto descrito por el psicoanalista Sigmund Freud. Se refiere a la energía
vital general de la persona.
La mente es un sistema
que se autorregula gracias a la lucha entre tendencias o instancias opuestas:
se trata de fuerzas o pulsiones ("energía psíquica profunda que orienta el
comportamiento hacia un fin y se descarga al conseguirlo"). A esta
dialéctica interna de la psique se la llama libido.
Desde la óptica
freudiana (psicoanálisis), el libido es el afecto que se encuentra ligado a
determinada pulsión: en el primer marco teórico (hasta 1914), la energía de las
pulsiones sexuales; en el segundo marco teórico (hasta 1920), la energía tanto
de las pulsiones sexuales como de las pulsiones yoicas; y en el tercer marco
teórico, este término es transformado en Eros.
Si bien los trabajos
iniciales de Freud la definieron desde un punto de vista únicamente sexual, sus
últimas obras reconsideraron este concepto y lo ampliaron, aplicándolo no sólo
a ese ámbito, sino también a la energía productiva y vital de todo ser humano
(véase Eros y Tánatos).
Jung
Tal y como se puede
hallar en las obras del psiquiatra suizo Carl Gustav Jung, se trataría de una
“energía psíquica indiferenciada”, el "elan vital de Bergson", no
atada a un sustrato biologicista (Freud), y que en sí misma, su definición,
constituyó uno de los resortes en la ruptura de ambos autores.
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